Casi siempre caminamos sin mirar a los niños, jóvenes, adultos y ancianos que piden limosnas, venden tarjetas, estampitas o limpian vidrios de autos en los semáforos de las calles de Tucumán.
¿Alguna vez trataron de ponerse en el lugar de ellos, de verdad? Digo, sacarse la actitud de "adónde están los padres", o "por qué no busca un trabajo".
Personalmente, pienso que para recurrir a la ayuda de la gente, desde las calles, realmente no te debe quedar otra, porque con la mano en el corazón, ¿alguien cree que es una salida fácil? Llevar a la calle a tus hijos a que pasen frío o hambre, o que tus hijos te vean practicamente humillado a veces, o ser un anciano y a pesar de los dolores tener que salir a pedir, o ser un adolescente y salir a pedir una ayuda a gente por lo general descortés sino quiere caer en la droga ... debe ser terrible.
Y para nosotros, ellos no están. Caminamos y los vemos en las veredas de siempre, pero no los miramos. Están del otro lado del mundo.
Y quizás ellos también sientan lo mismo. Pero de un modo atroz. Ellos sienten que no pertenecen al mundo, que están fuera de él. No existen.
Nos detengamos un minuto a pensar, que a veces podemos colaborar con una moneda. Que no podemos descargar nuestra furia o hacerle mala cara a alguien que se siente totalmente desprotegido.
Si estamos en condiciones de ayudar, hagámoslo, pero no nos quedemos en la moneda. Para una persona es también sumamente importante que le regalemos en el momento que le damos la moneda, una mirada, una sonrisa, un deseo, "que tengas un buen día", "chau amigo nos vemos" ... un apretón de manos. No cuesta nada, no nos lleva mucho tiempo y la felicidad que se siente es enorme.
Ese contacto, tan básico y tan humano, nos traslada a todos al mismo mundo. Sin muros ni barreras.
Je Suis La Redó! (?)
Hace 9 años.
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